jueves, 14 de junio de 2012

15 años, el tótem de los músicos, la bella y la bestia.

Perdóneme padre, porque he pecado. El problema es que siempre me han gustado los músicos, No sé muy bien por qué, Debe ser por este nombre que porto. Cecilia. A mí ellos me tocan, me piden, Y me rezan. Si padre, me rezan. Pero ninguno me ama. Esta fiera costumbre de endulzar el oído de las bestias. ¿Sabe alguien que los santos, Más aún las santas somos crueles? No, evidentemente nadie se enterado aún. Pero esta vez padre, esta vez se me fue la mano. Las sabanas saben… ...Claro que saben. Derretimos escenarios y los empapelados de los hoteles, Lugares donde la gente no reza más que al propio deseo, Y pide más, siempre más. Que Dios me castigue, con látigos y mordazas, Porque no puedo renunciar al pecado, Y cedo... siempre cedo.

miércoles, 11 de abril de 2012

5. A los 14. Casi un ser humano.

Lo feo de las despedidas son las habitaciones ventiladas Y el olor a azufre de los volcanes que se han contenido el vomito. A los 14 le entregue las reliquias de mi familia a una serie de paganos Que no vale la pena nombrar, ni recordar. Lo que es peor, A las doncellas de la familia le enseñaron siempre tarde lo del cristal mágico, Da vergüenza, Es tabú, Yo no sé, Lo único que sé es que el mío se ha roto y que ahora puedo verme hasta el corazón. Las moiras han delineado mi destino para esta altura, Y he podido torcer sus hilos para tejer algo nuevo, Actitud que se me iba a volver vicio con el paso del tiempo. A los 14 fue la primera vez que salí a pasear con Caronte, Lo bese en los labios, y desperté las pasiones de los dioses, Claro está, que volví para “callarlo”. Pero también perdí batallas, Devolví amargos besos, Aprendí a mirar como los gatos...Allá donde nadie ve Y se fue fogueando mi corazón, minando mi criterio y la manera de afrontar mis realidades. No quiero ser ni esposa, ni hermana, ni hija, Mucho menos novia, pero si amiga, Yo puteo pero no pego. Fue mucho para mí mirarme al espejo Y descubrir que la jaula había crecido y ya no sentía a la niña… Esta vez, era casi un ser humano, pero no sé muy bien que era. Mi estado: Critico.

domingo, 27 de noviembre de 2011

4. 1997, el mejor año.




Con la última campanada de las 12,
Los sacos de pólvora en el cielo han cesado su frecuencia de estallido
Y me he propuesto vivir mi mejor año,
1997.
10 años,
una venganza a cuestas
y una niña que empieza a dolerme en los huesos.

97 tragos de alcohol me parecían exagerados,
10 también.
Pero hacia dos años que brindaba por mí y por el hombre que amaba.
Me embriague por vez primera aquel día y sople mi suerte al viento.

Al día siguiente una tibia caricia en mis cabellos
Aseguraba
que los deseos si habían llegado a oídos de Dios.
Los ángeles bailoteaban encima de mi cama y cantaban…
Y cantan.

1997, año del reencuentro con el hombre que ya fugaba pensamientos.
Aquel que me ha dado un lugar de eminencia en mi niñez,
El fulano que me ha robado el corazón
y me ha rescatado del fondo del abismo,
Discreto me contrabandeaba agua y pan
y comprendía mi resaca blanca.
Mi primer mareo por amor.

3. 8 años.... el desgarro




El anciano besa los pechos de la pequeña niña
Y ruega a las vírgenes el silencio, y los minutos.

El hormiguero se ha clausurado y se va sellado con concreto.
No hay peor imagen que el desgarro, o la quebradura,
O lo que es peor,
la desesperación.

8 años.

Solo 8 años y la muerte simbólica de los padres,
Aquellos que nunca aparecen al auxilio de la niña, que llora…
Y cede a caricias que le duelen como golpes,
Todo por un mandato de “se fuerte” que no le pertenece.

Raquel, la compañerita de la escuela ha dicho que mis zapatos dan vergüenza,
Y no me dieron pena a mí los agujereados zapatos,
Mis padres eran pobres y no me importo cargarme de burlas por aquello,
En aquella época al menos éramos felices…
Costumbres de familia que se perdieron con el tiempo.
Y el miedo.

Está claro que no hay nada pero que el desgarro.
Y el silencio.
Y los minutos.
Y el miedo.
Y las vírgenes que escuchan ruegos equivocados,
Dejando la certeza de que la familia, no es un lugar seguro para nadie.

martes, 22 de noviembre de 2011

2. 6 años, la subasta de la infanta.


- 8 pesos vale mi hermana Carlitos
Si no los tenés, Salí de la subasta y deja de ocupar un lugar al pedo ¿querés?

(Pobre Carlitos,
a mí me gustaba ese chico,
Debe ser porque a mí siempre me gustaron los pobres).

- ¿Es que ustedes no se dan cuenta, o son opas?
La changuita esta fue reina de la escuela el año pasado,
Vale 8 pesos, vale 9 también.

Uno de los chicos le pregunta a Juan

- ¿Che Juan, para que querés ser millonario?

El le responde que los caramelos estaban caros
Y que ya se había cansado de tenerme de hermana,
Que yo estaba muy loca y no sabía jugar al “monopolio”.

Lo dicho,
La subasta termina con un beso para Carlitos,
El pobre,
El que me ha regalado el abandono de la estúpida subasta
Y el que ha apreciado a la reina caduca de piernas raspadas.

1. 5 años, olor a mandarinos.



Y los cristales estallaron a los pies de la niña,
Ella que abraza fuertemente a su hermano
Solo para abstraerle de toda escena.

Tan peculiares zapatos no se olvidan,
Y como no he descargado una respuesta acorde a ese estimulo
Es que se ha quedado en mi mente,
Solo para repetirse.

A la mañana siguiente salí al patio,
esta vez no a robarle mandarinas al vecino,
sino a bañarme con las que se han podrido ya
Para luego acostarme en la tierra y esperar.

A mí me gustaba sentir el andar de las hormigas por mi cuerpo.

Instante fecundo,
La morera a florecido ya
Y ofrece sus ramas teñidas a mis pequeños pasos,
Delirios niños de ser un pájaro y volar, solo volar.

viernes, 11 de noviembre de 2011

El turno


Pendulaba sobre sus propios pies como buscando que se le escapara el alma, otra mujer desesperada esperaba.
Cuando le llegó el turno entro al matadero con la cabeza gacha, y el corazón destruido. Todavía no entendía muy bien qué era lo que hacía ahí, pero allí estaba y no le quedo más remedio que afirmar sus pies fuerte en el piso para proseguir su marcha hasta la mesa de la morgue.
El “doctor”, porque así le llamaban todos, afiló sus dedos y se los puso uno tras de otro en la garganta para obligarla a hablar.
Ella no estaba enojada, estaba supurando una herida que no la dejaba dormir y que de a ratos le hacía pegar alaridos de dolor, desgarrador a todas luces para los oídos de cualquier hombre. Ella sabía muy bien el porque de su molestia, sabía muy bien que la habían lastimado en todo el cuerpo, con navajas, con palabras, con besos y sexo, con risas y miradas, la habían lastimado con su propio amor y la herida había comprometiendo gravemente al corazón, el cual disparaba sangre infectada para todos lados sin discriminar ya que, medicarse con agua podrida no había sido una idea muy inteligente y cada célula de su cuerpo ya estaban en pleno estado de descomposición.
La mujer se acomodó mejor en el silloncito que le habían acomodado en el centro y comenzó a cortar una por una sus venas preguntándose con cada corte si el responsable de la faena aún la quería, si ese tipo podía dormir tranquilo por las noches sabiendo que la había matado de la manera más fría y cruel que existe, y si sabría que fue ella quien tomó al hombro su propio cadáver y comenzó a coserlo para que como la ropa “tirara un poco más” , aunque sabía perfectamente que era eso o morir, sabía que no iba a quedar igual, que algunos agujeros eran imposibles de zurcir y que sus agujas tampoco eran del todo buenas, pero no le quedaba de otra, ya había descubierto que morir por alguien así no valía la pena, y se debía conformar con vivir, a medias, sabiendo que ya no se apiadaría nunca más, que lo que alguna vez fue ya era historia, y una historia que ya no le importaba a nadie, ni siquiera a ella.
El “doctor”, determino que lo que le convenía a la paciente era conseguirse una visión de repuesto, pues ya no le convencía nada, ni nadie, ni siquiera aquello que veía al espejo todas las mañanas al levantarse, y ahora debería lidiar con un universo “de repuesto”, desconocido en todas las medidas.
Y como ya se sabe, lo desconocido da miedo, aún sin saber si será bueno o malo para el que lo transita…. Y la decisión: péndula y zurce…. Sobre sus propios pies… esperando…. Deseando… que se le escape el alma de una buena vez por todas.