domingo, 31 de enero de 2010
Lluvia
La espalda jugaba el escenario perfecto para buscar la luna… los astros se habían alineando sobre las sabanas de seda que acomodé sobre la cama…
Te encontré como a tantos otros bajo la lluvia, y como a tantos otros te jugué a vos también una buena mano sobre el paño… buena tirada para una profesional de las escondidas como yo, y pobre suerte para los buscadores de reliquias como vos.
Quinientos años han pasado desde que nací del vientre de mi madre, la piel ha comenzado a sentir la gravedad de este suelo, los látigos del viento y los granos encerrados en el reloj han hecho su aporte a la destrucción de mi belleza… pero debo confesar que adentro me han pasado aún más años de los que delata mi rostro… será por eso que asecho jovencitos en las plazas.
Señores, familiares y novias… todos buscando a la bestia de los rincones ocultos… desorbitados de un sentimiento ajeno al que yo ofrecí alguna vez a sus amados, a sus hijos, sobrinos e incluso a los mismos personajes de alcoba.
La hechicera de eternos cigarros me había dado el secreto y la maldición, ella soplo mi suerte al viento, me recordó la herejía que me esforzaba en olvidar y después se escabulló como una rata por las alcantarillas…
-¿Qué es lo que busca la gente?, me dice mi pequeño hijo…
-La sangre mi amor, buscan la sangre.
-¿Tu sangre mamá?
- Si, buscan la faena, lamerme la sangre.
- Yo tengo tu sangre mamá, ¿me podrían llevar a mi no?, además ayer me raspe la rodilla jugando a atrapar estrellas, ¿podrían llevarme verdad?, no quiero que te suceda nada mamá, cuando mi padre se fue prometí cuidarte, y vos siempre te metes en problemas.
Yo sonrío y sostengo su mano.
- Jamás dejaría que se llevaran a mi pequeño mi amor, me costaste la noche y aun necesito amaneceres, después podrás hacer de tu suerte lo que desees, pero hoy no, Además yo sanare tu herida con mi lengua, como hacen las buenas madres, como aquellas que observas en tu libro cuando apago la luz. Ya se que me meto en problemas mi pequeño, es mi manera de ser feliz, algún día me entenderás.
- Yo quiero un paraguas azul también mamá.
- Tu tienes alas, no necesitas un paraguas azul, ¿Acaso no te he enseñado que los paraguas nos privan de descubrir el cielo y sus bendiciones? Además son para gente cobarde, por eso necesitan juntarse en grandes cantidades, por eso vivimos tan lejos.
- Es cierto, no necesito un paraguas, necesito la luna, por ahora solo la luna, algún día ella me enseñará a ser sol.
- Eso busque en la espalda de tu padre hace años, la luna, y la encontré, tu vienes de la luna, no necesitas buscarla, te la he dado cuando aún eras vientre.
- Te amo mamá.
- Te amo hijo.
- Te odio mamá.
- Te amo hijo.
jueves, 28 de enero de 2010
Mensajes po-éticos con mi ex.
- No respondas, hasta mañana te amo:
Murmullo suave, rasguña
la suave metamorfosis del ocaso
es el llanto mudo
en las sabanas desolado,
que abandonado cual huerfano espera
el cobijo de la madre
tus manos.
Cristalinas tus pupilas,
como noche estrellada;
ilumina la amargura,
oceano del naufragio.
Pared fria me aleja,
tibio tu vientre, que ya me derrite.
Solo un sueño, que ingenuo.
¡¡Cobarde razón!!,
avaricia pagana y desquisiada la nutre,
solo sensaciones...
mundanas y abstractas.
Solo mia te digo...
Yo no amo, te niegas
¿Que seré?
¿Que serás?
Espero no una agonia.
..................................................
Sudas agonía,
la fiebre del esclavo
marchas
manchas.
Escarbo las miserias,
dibujo las paredes rajadas.
Flores.
Muertos que apuran claveles,
no lloras,
me escondo.
El sexo, oculto (apocrifo)
nos llama.
Extrañando a la perra que fui,
la princesa,
las niñas, adolescen... ser mujer.
Silencio.
La cama,
sus manos me buscan.
Las libelulas se escapan
y cabalgamos.
Las piedras
sudan.
Exalamos amores perdidos.
............................................
Suave melodia
surca mi oido.
Miles de sinapsis,
tejen el recuerdo.
Sonrisas, pupilas inundadas,
caricias, besos profundos:
presagios de eternidad,
presagios de fertilidad.
Amor pronunciado,
melodia triste,
penetra turbulenta,
apuñala el seño duro.
Meandros cristalinos
rasgan la tierra en mis mejillas.
Me amas?
Me amaste?
Me amaras?.
.............................................
Paisajes comunes de mar y vapor...
algo ha cambiado.
Sudando la fiebre, llegas....
llego.
No nos deshidrata la sequía,
nos evapora los vestigios del amor que tuvimos de niños.
Algo mas?
si,
la hendidura de tus manos me invita a beber,
no me controlo,
hurto.
No me controlas.
21.15: Me miras, no dices nada.
21.16: Tus ganas se desbordan y te aprietas los bolsillos.
21.17: Nos besamos en el limen de mi casa.
21.18: Tu semen se fermenta entre mis piernas.
21.19: Caigo.
La pared,
el lecho.
- Me odias?
- Aún.
- Me amas?
- ... (Silencio)
Es la segunda vez que me cobijan tus brazos.
Mi esposo, me extraña.
Mis amantes, me presienten.
Mi niña, me llora ...
adentro.
Miro como siempre al infinito,
te desconcertás,
pensás si hiciste bien en aceptar el encuentro,
el número
y los besos.
22.15: Callo tus dudas con mis caricias.
22.16: Los caballos se desbocan.
22.20: Se te explota el pecho y golpeas a la perra.
22.21: te dejo... de nuevo.
Disfruto?...
no.
Me pesas?...
si.
Te extraño?...
como nunca.
Es mi 13er cigarrillo de la noche,
- Te doy fuego?
- Ya me quemas y no sublimo cenizas.
- ¡Pero claro!, siempre fuiste mia
- ... (silencio).
0.00: Me evaporo
0.01: Preparas las maletas.
0.02: Ahorro caracteres.
0.03: Abandonas la pobreza (y mi escencia)
0.04: Me extrañas.
0.05: Te sueño.
Los niños no dicen malas palabras.
El Café que nos debemos...
Jugabas a las escondidillas conmigo, pieza tras pieza y el tablero se tornaba eterno... viniste aquella noche de la mano de los niños que fuimos con una propuesta poco conveniente entre los labios.
(Golpes en la puerta)
- ¡Quien sea no estoy para nadie, hoy estoy gris!.
- Soy un extraño en búsqueda de aventuras... (Sonreí y cuando abrí, ya era demasiado tarde)...
Cuando leíamos aquel libro de tapas rojas, que había sido escrito por los antepasados de algún fulano, fingíamos ser extraños en búsqueda de aventuras... Cuando vos asechabas jovencitas en las tanguerías, y yo te esperaba afuera en el auto para rajar de algún enamorado celoso, éramos extraños viviendo una aventura, y nos gustaba eso de reconocernos y desconocernos... la vida se había tornado bastante tediosa como para dejar en la caja aquellos bombones y vos siempre esperabas mi dulce propuesta. Pero hacía un tiempo ya que me mirabas con ojos de extraño, y ahora me venías a confirmar tus deseos.
Creíste que iba a escabullirme por los rincones del gran patio intentando escapar de vos como tantas otras veces lo había hecho, como una niña escapando del castigo de su padre, pero esta vez no fue así... me quedé suspendida en el aire, casi sin aliento. Gris y todo, frente tuyo, acaricié tu rostro y te dejé pasar...
- Ahora el que propone soy yo...
- Ah, mira vos... y yo pensé que venías a buscar algo de mi, ¿Un extraño te haces llamar?... a ver decime tu propuesta, ya te abrí la puerta y como siempre, aún no ha sucedido nada.
- Me sonó a reto eso...
- Que te suene a lo que quieras, no me importa mientras te suene a algo, yo te advertí, hoy estoy gris, y viniste con una propuesta inmadura entre las manos, agua que se te escapa por los dedos como siempre, a ver cuando te convertís en algo más que una simple marioneta mía, a ver cuando te vas a quitar mis palabras y te vas a dejar ver el rostro, más que por mi, por vos.
Te sentaste en el sillón y te pusiste a llorar, nada que deba sorprenderme.
Yo fui a la cocina a prenderme un cigarrillo y a preparar un café, sabía que la noche se tornaría larga intentando que te alejes de mi, no era la primera vez que lo hacía, pero sin embargo vos siempre regresabas. Esta vez tenía que ser diferente. Ya me había cansado de lidiar con un jovencito tímido, un niño que juega a ser adulto, me había cansado de tus sonrisitas oxidadas, de tu perfume gastado, de tu carita linda... te quería lejos mío, no soportaba verte y saber que soy yo la que construye ese panorama tan patético día tras día... vos ya no eras mi amigo, tampoco un conocido, y ya ni siquiera eras un ser humano.
Te habías convertido en arcilla y yo, en la artista renegada de la obra y con ánimos de destrucción.
Cuando hirvió el agua sentí que te acercabas por atrás acariciando las paredes, aspire muy fuerte el humo para taparme momentáneamente la boca, cegué mis ojos y cubrí mis oídos...
- ...¿Puedo tocarte?...
- ... ...
- ¿Puedo tocarte te pregunté? (dijiste con voz firme y aquí comenzaba nuevamente la partida del niño que juega a ser hombre y no pude más).
- No, no podés tocarme, ¿Sabés porqué?.
- No, no sé porqué.
- Porque los hombres no preguntan, por que los extraños no preguntan, por que los amantes no preguntan, por que los amigos no preguntan, por que los valientes no preguntan y más aún, porque los aventureros no preguntan... y por que vos, sos todo lo contrario a lo que te mencioné, sos marioneta, conocido, amigo y enemigo, cobarde y lo suficientemente tímido como para buscar aventuras y me repulsa pensar que tus manos me acaricien la espalda.
Me di la vuelta y busqué las tazas en la alacena y los granos de café para saturar el agua, el tiempo corría y me había olvidado de que estabas atrás mío con una inexistencia nueva, cortaba el pan y buscaba la manteca.
De repente pude escuchar tu respiración... vivo.
- ¿Por qué sos tan dura conmigo?, ¿No te das cuenta que si estoy aquí es por algo, que siempre abandono mi pensamiento y casi por inercia llego al umbral de tu puerta para verte o sentir tus pasos sin mirar, acaso no te das cuenta que no puedo más así?.
- Y décime una cosa, ¿Qué querés que haga?, ¿Que salga y me arroje a tus brazos como las jovencitas de turno con la que jugamos a las escondidas?, ¿Que te endulce la mirada con movimientos sutiles y los oídos con palabras de amor?, ¿Vos te crees lo suficientemente hombre para que yo me encauce en esa ridícula escena?. Aquí el que tiene un problema sos vos, no yo. Aquí el que “no puede más” y sin embargo nunca puede sos vos, no yo. Aquí el que abandona sus pensamientos para caminar hasta mi casa a no hacer nada sos vos y no yo. Aquí el que se tiene que responder las preguntas sos vos... no yo. Y por favor no me interrumpas más, preparo el último café que vamos a compartir. Cuando la borra se deje ver, tu destino conmigo estará echado, el muchacho que conozco se irá y no volverá sobre sus pasos y daremos muerte a todo esto de una vez por todas.
- Que así sea. Te ayudo con el pan.
- Hacé lo que quieras.
- ¿Lo que yo quiera Luz?.
- Sí... si querés el pan tomá el pan, si querés la manteca tomá la manteca, si querés preparar la mesa, hacelo... no me importa, te dije que no me molestes, estoy ocupada.
- Prometo no hacerlo.
Secaste el sudor de tu frente, te lavaste las manos y la cara, desenfundaste con templanza las armas y con una fuerza descomunal me agarraste de la cintura dándome vuelta y besaste mis labios.
El café me quemaba las piernas y decidiste bajar mis bragas y sentarme arriba de la mesada para lamer.
Untaste la manteca en mis pechos rasgados por tus manos y volviste a lamer.
La azúcar me la metiste en la boca hasta hacerme atragantar y después pediste que me la escupa entre las piernas... y lamiste... escarbaste, untaste, rozaste, acariciaste, besaste, chupaste, agasajaste con tu lengua toda mi piel. En fin... hiciste todo aquello que viniste a hacer cuando tus manos tocaron mi puerta.
Y yo... y yo solo prepare el café que nos debemos, firmando entre tus brazos mi sentencia de muerte... el vaticinio de la borra desnuda entre mis piernas se había cumplido, la trampa había saltado desnudando dos humanidades y el viento norte cerró la puerta.
viernes, 22 de enero de 2010
Moraleja
Eduardo - Si, evidentemente lo volverá a hacer…
Juan - No, fíjate bien, hoy esta vestida con cascabeles y se ha dejado ver los brazos.
Eduardo - Si, pero mira sus labios, siguen sangrando, y su cabello no ha cambiado de color, y lo que es peor,aún no se deja ver el rostro, seguro que hoy también jugará a las escondidas…
Juan - Pero hoy los ojos los tiene distintos, hoy tienen brillo, dale fíjate bien y vas a ver.
Eduardo - Si tenés razón, pero convengamos que cuando salía con aquel hombre que la amó también le brillaban los ojos y mira donde terminó todo, además no vamos a suponer que está enamorada de su marido, esta mujer no se enamora…
Juan - Si es verdad, pero bueno, mejor la dejemos de observar tanto, no vaya ser que corramos con la misma suerte que aquel infeliz.
Eduardo - ¿Y que observaremos ahora si no es a ella?
Juan - A los pájaros, por ejemplo. Mira allá hay un picaflor, o mejor veamos las piedras del camino que nos lleva a casa.
Eduardo - Mira, el pájaro ha caído en las redes de la fulana, se ha apoyado en su hombro y ahora reza por un minuto más de aire.
Juan - Pobre animal, se ha confundido de néctar.
Eduardo - Pobre animal que creyó dulce al veneno y hoy observamos el matiz de su propia muerte.
Juan - ¡Ganaste!... Tenias razón, hoy lo volvió a hacer.
Eduardo – Si, pero aún no se ha conformado, no te olvides querido amigo que es mujer, por ende todavía falta para que se halle satisfecha.
Juan – Nos vamos a convertir en piedra, mejor caminemos a nuestros hogares, besemos en los labios a nuestras amadas y acariciemos el rostro de nuestros niños, no nos quedemos tentando la suerte, veámonos, para hoy han pronosticado tormenta.
Eduardo – No seas tonto, no va a sucedernos nada, fíjate bien estamos bien protegidos de su mirada y del roce de su piel, quedémonos y veamos en que terminará este instante.
Juan – No, yo me voy, si hay algo a que le temo es a los días de lluvia, a esta mujer y a tu vaticinio de desgracias. Quédate vos, que yo querido amigo, ya no puedo acompañarte.
Eduardo – Como quieras Juan, igual, siempre fuiste un cobarde, siempre escondiéndote atrás de la máscara de un guerrero y a primera de cambio, cuando las cosas se ponen peligrosas huís como la peor de las ladrones, anda, que tu interesante vida te espera… anda, de todos modos ya me tenias cansando… anda, y ándate rápido que la fulana se acerca a nosotros.
Juan la mira con el miedo de los niños y sale corriendo casi por instinto.
Eduardo se levanta de tras de los arbustos y deja ver su cuerpo a la fulana, intuye que se evaporarán los oráculos y los fantasmas que giran alrededor de aquella dama, extiende su mano y ríe.
La fulana - ¿Usted está seguro que quiere sostener mi mano? (lo mira con ojos provocadores, deja ver sus piernas atrás de los cascabeles y el cabello se le ha puesto negro).
Eduardo - ¿Cómo se llama usted mi señora? Solo sostendré su mano si usted deja ver su rostro.
Ella se despoja de sus vestimentas en el preciso momento en el que los antílopes cruzaban la ladera. Ella regala su desnudez a aquel hombre que la ha reclamado suya y con sus deliciosas manos comienza a lamerle el cuerpo, invitando con sus ojos al valiente joven.
Eduardo – Ya se lo he dicho señora, solo sostendré su mano si usted se despoja de personajes y deja ver su rostro.
La fulana - ¿Acaso no le gusta mi cuerpo, acaso no le resulto bella?
Eduardo – Es usted un cúmulo de perfecciones echas mujer, es usted la mujer mas hermosa que mis ojos han visto en toda mi insignificante vida, pero yo no creo en maquillajes ni en vestidos… yo no amo el teatro por eso le exijo que muestre belleza por otro lado, porque estoy seguro que aquello que oculta ha de ser grande.
La fulana – Soy hija de la espuma… Afrodita me llaman.
Eduardo sacó una manzana de uno de sus bolsillos y se la ofreció de rodillas…
– A la más bella.
Afrodita se arrodilló mordió la ofrenda besando los labios del joven, desnudó su cuerpo y se abandonó a él…
Pero tres melancólicas doncellas aguardaban atrás de un árbol que esto sucediera, que las palabras del guerrero retirado se hicieran carne. Aguardaban y rezaban la suerte de los amantes, aguardaban el momento perfecto que nunca llegaba y que ya estaba tan cerca…
Los últimos granos del reloj se derritieron antes de cruzar la pequeña mirilla y los hilos habían sido cortados, nadie podía ya detener la suerte de estos dos valientes enamorados. Ríen y beben, cantan y saltan… dejan escuchar sus voces al bosque entero, a la aldea entera… como campanadas, sus cánticos anuncian la muerte de manos de las parcas.
¿Moraleja?:
Al igual que en otros relatos… las manzanas siempre son portadoras de desgracias.
Al igual que en la mayoría de estos relatos, las intuiciones y deseos de los hombres… fallan.
Al igual que en otros relatos la suerte de los enamorados nunca es la mejor.
Al igual que nuestros relatos, sabemos que está mal y sin embargo nos gusta.
Al igual que en todos los relatos, las mujeres nunca se hayan satisfechas y por esto su amor lleva a el peor de las tormentos a sus amados.
Y al igual que la mayoría de mis relatos, caer y perder por los labios de nuevas y hermosas damas valen el oro de aquellos que nunca han tenido los hombres y de lo que si han logrado.
miércoles, 20 de enero de 2010
Crónicas de humo
Se me acalambran los ojos no puedo parar de llorar... los aviones no dejan de bombardear nuestro pueblo y la vieja canción suena en la radio intentando calmar la desesperanza.
Rompimos las cerraduras y vale decir que lo intentamos todo, pero los rostros siguen estando grises y el cabello ya se ha muerto. Las pestañas me las arranqué cuando el humo nos dejó de bailar en la nariz y eso te fastidió todo el día, me he dado cuenta.
- No podemos salir.
- Vos no queres salir y sostenes mi mano para no perder el control.
El perro nos grita los nombres delatando nuestras identidades al enemigo, que ya nos huele la sangre. Sostengo del cuello del perro y lo ahogo... mato y río... lo que me evidencia ahora es mi goce, prendo un cigarro y espero la muerte...
Pero a la bestia le falla el olfato, ha de ser la basura que ya no huele, que ya no sabe.. ha de ser esta fé que tienes.
Me vienen a la mente paisajes anteriores, aromas y sentimientos. ¿Te acordás cuando pasábamos las tardes oliendo los jazmines?, lastima que desde que te fuiste perdieron el perfume.
- ¿Te comido fuego?
- Ya sabes sigo tus pasos, espérame al lado la chimenea que primero tengo que prepararlo todo.
La madre de la que nací me ha amargado los labios... por eso decidí huir y escribir las crónicas de un palestino, ya me he olvidado de ella, las letras me besaban por las noches y no necesité mas de su alimento.
- Los duraznos aun no están maduros, toma aquí hay una manzana, no pares de comer, el señor de las babas ácidas nos sigue el rastro desde que cruzamos el umbral y decidimos seguir escapando...
¡Se acerca... aún mas cerca! y elegís parar. Ya no puedo acompañarte.Rompo las cadenas que nos atan y corro hacia el sol... yo no tenia hambre.
¿Pero puede ser que vea bien?... ¿Le estas dando pelea?... ¡No seas estúpido!, grito sin poder emitir sonido alguno, ¡Arrodíllate y reza!. Camino sin mirar atrás, no ha de ser mi suerte convertirme en piedra.
Corro y corro y no llego jamás, mis piernas ya están cansadas, mis huesos se han quebrado y las ampollas de mis pies piden ser lamidas... los buitres me han comenzado a revolotear la mollera... -¡A estos si que no les falla el olfato!.
Historias de un exilio. Me arrastro hasta llegar al mar... quienes me conocen saben que nunca he podido estar sola y era ya la hora de morir.
Pensé que lo mejor para mi orgullo era ser yo quien protagonice la escena... rompí la tela de mis pantalones y busque en la playa dos pesadas piedras, me las amarre a los tobillos y abrí los brazos... En ese momento me atraviesan el pecho (me han encontrado). Veo a la muerte que le sostiene la mano al señor de las babas ácidas y con la otra le resiste la mano a mi madre, mientras el hombre con disfraz de palestino sostenedor de manos (entregador de corderos) empuña firme el arma apuntando a mi pecho.
-Una muerte desafortunada y apropiada para la hechicera con aires de grandeza, quizás era mi suerte convertirme en piedra, quien lo sabe.. quien no lo sabe ya.
(- Ya llegue... ¿Preparaste mi cuarto?, veo que ya prendiste el fuego y serviste vino. Dale nos sentemos y fumemos juntos un cigarrillo como hacen los buenos amigos. Dale, apresura el paso que tengo que contarte una larga historia Abuelo, tengo que contarte las Crónicas del humo.)
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